De nuevo sin problemas en el viaje. Coche hasta aeropuerto, avión hasta el campamento base y vuelta a la inversa.
Este viaje sí que ha tenido un componente emotivo añadido. Hemos viajado con mi hija…Teníamos miedo a cómo se tomaría la sensación del despegue y del aterrizaje, pero todo falsa alarma de padres preocupados.
Estaba en éxtasis cuando estábamos a punto de despegar, mirando por la ventanilla, sin poder parar de lo nerviosa que estaba. Cuando el avión tomó velocidad para realizar el despegue, se quedó un instante callada y cuando vio que se elevaba y nos alejábamos del suelo, comenzó a gritar, «¡Estoy volando, papá! ¡Estoy volando!», con una sonrisa que iluminaba el avión entero…Las risas de los que nos rodeaban nos demostraron que no eramos los únicos que participábamos de esta revelación a una niña de 4 años…Impagable la sensación… 😀
Durante el vuelo, que fue muy tranquilo, hasta se aburrió de ver las nubes desde arriba…y en el aterrizaje, al tomar tierra, volvió a aplaudir y a reír. Muy contenta al igual que sus papás…
El viaje de vuelta calco del de ida.
Por lo demás, nueva adquisición del tratamiento, esta vez con nuevo formato, del que ya daré cuenta en una próxima entrada, recibido hoy por la mañana sin problemas mediante el método que ya comenté en la entrada Viaje 4