Mientras preparo la entrada de los trastornos del habla hay cosas que van pasando en el día a día, situaciones en las que te ves metido sin buscarlo, posturas que va adquiriendo tu cuerpo y de las que tomas conciencia al verte reflejado en un espejo, sensaciones nuevas, no necesariamente malas, pero si extrañas.
Todas estas cosas me hacen pensar en esos árboles que solemos ver en los bosques, que son extraños, rodeados de congéneres altos y esbeltos, suelen ser únicos, y los motivos por los que están así son muy variados.
Desde un traumatismo en el nacimiento del árbol, hasta infecciones de cualquier tipo, pasando por supuesto por la manipulación humana.
Cuando tenemos la enfermedad como la esclerosis múltiple, y los síntomas empiezan a manifestarse, me hace pensar en ese árbol que salía como el resto, cumpliendo con su patrón genético, ayudando al ecosistema y uniéndose al grupo.
Pero algo sucede en un momento concreto.
Este árbol llega un momento en que ya se diferencia de los demás. Ya no sigue el patrón general, e incluso puede ir en contra.
Seguirá cumpliendo sus funciones como puede, y es posible que en algún momento su estructura se vea comprometida y sea más frágil que el resto.
Evidentemente esto no le quita ni un ápice de valor.
Estos árboles sabemos que precisamente son los que suelen congregar más visitantes y más fotografías, precisamente porque se salen del patrón general.
Son árboles en torno a los cuales hasta se han generado ritos en culturas antiguas arraigadas a los bosques, lugares emblemáticos en los que se han celebrado reuniones trascendentales, puntos concretos en los que se han producido inflexiones en el devenir de los pueblos.
Quizá el árbol en sí si pudiera verse con ojos humanos se vería extraño, frágil o incluso llegaría a verse inútil porque no podría seguir al resto de compañeros.
Pero en su entorno, incluso en comunidades tan ajenas a él como las humanas se ha convertido en algo importante, en algo a tener en cuenta y para lo que se puede llegar a congregar multitudes para proteger.
Es cierto que si nos ponemos a pensar, habrá muchos de estos árboles que no hayan podido sobrevivir a sus malformaciones, y que no hemos podido disfrutar de ellos.
Estando yo en el cuarto de baño en la extraña posición que debo adoptar junto con una grúa bipedestadora para poder defecar, siendo consciente de la deformidad de mi espalda causada por la espasticidad grave, cerrando los ojos es como si me viese desde arriba y me sentía uno de estos árboles deformes solitarios.
Pero enseguida me vino a la cabeza otra imagen.
Éstos árboles que siguen adelante, por su naturaleza o ayudados por los avatares del destino, algún otro árbol que se cruza, una piedra que sobresale del terreno y le ayuda a incorporarse lo suficiente para no romperse, incluso algún ser humano que ve que va a partirse y pone algún remedio…
Estos árboles que al final congregan gente a su alrededor.
Nosotros tenemos a las personas que nos cuidan, que nos quieren, están pendientes de nosotros, que nos ayudan a conseguir los nuevos objetivos que esta enfermedad nos obliga a tomar.
Ellos son ese árbol que se cruza en el camino del árbol torcido y le ayuda a mantenerse, esa piedra en la que necesitamos apoyarnos para no terminar de caer, incluso esa vara unida a nosotros para siempre que hará que continuemos rectos, aunque tengamos cualquier tipo de deformidad, sea física o mental.
Además, cuando nos juntamos unos cuantos con estas características, podemos hacer un grupo que sobresalga del resto.
Un grupo que resalta de la sociedad en general, que ayude a que todo el conjunto del bosque que somos la sociedad siga su curso natural, precisamente porque nuestra singularidad hace que podamos buscar visibilidad de forma más fácil.
Los árboles torcidos, con las singularidades de cada cual, somos una parte activa y útil del conjunto del bosque.
Si además tenemos la gran suerte de tener a nuestro lado esa ayuda, esa piedra en la que apoyarse, ese árbol amigo que te da la mano para continuar tu ascenso, esa persona increíble en la que te puedes apoyar tanto física como psicológicamente y con su ayuda poder seguir sintiéndonos útiles y parte activa de la sociedad, todas las dificultades añadidas sabemos que van a seguir ahí, nada de esto va a hacer que dejemos de estar torcidos, que haya algo que nos impida seguir el camino que queríamos, pero conseguiremos formar parte de todo, una opinión que escuchar, personas a tener en cuenta a la hora de actuar, incluso seguro que hay alguna persona tan singular que llega a inspirar a otros muchos incluso sin esos fallos físicos, haciendo algo similar a esos árboles tan singulares que han llegado a ser el atractivo especial de algún bosque.
Aceptemos que somos esos árboles, aceptemos e incluso busquemos esa ayuda, jamás luchando contra la realidad, ignorando ese pensamiento que si no hablamos de ello volveremos a crecer rectos como los que nos rodean.
Nos ha tocado ser singulares, con los problemas que esto aporta y también las oportunidades que debemos buscar, si es posible unidos a otros como nosotros para que nuestra voz sea una y lo más alta posible.
En breve la entrada a ese síntoma desde el lado feo, mientras tanto dejaos cuidar, apoyados en quien tengáis al lado que os quiera de verdad, jamás enfrentándose a la esclerosis múltiple en soledad.
Abrazos para todos.
Muy acertada y original tu comparación, Juanjo. Dudo que alguien más hubiera podido hacerlo. Sigues siendo único, siempre. Un abrazo.
Muchísimas gracias Luisa.
Creo que muchos nos podemos ver reflejados en esta entrada. Y debemos fuerzas. A los que nos acompañan.
Un abrazo
Buena alegoría y brillante texto.
Porque no somos sólo nosotros y nuestra circunstancia.
Bravo.
Muchísimas gracias!
Al final formamos parte de un todo. Y debemos hacernos notar y jamás callarnos para que se nos tenga en cuenta.
Un saludo
Buena alegoría y brillante texto.
Porque no somos sólo nosotros y nuestra circunstancia.
Bravo.
Abrazo.
Juanjo tu siempre serás un árbol de esos que tienen mucha sabiduría… Que unen a las personas por causas comunes. Te mando un beso muy grande
Muchísimas gracias Sandra. Si no fuera por la gente que me ayuda no podría hacer absolutamente nada.
Un beso enorme para ti.
Magnífica reflexión, Juanjo!!
Y… a quien le interesan los árboles perfectos?
La naturaleza no es perfecta y nosotros tampoco, por eso atraen las personas que se salen de la norma.
Que aburrido sería el bosque, sin árboles retorcidos buscando y encontrando apoyos en otros!!!
Gracias por la aportación, un abrazo fuerte!!!
Muchísimas gracias Dario.
Estoy deseando vernos. Y ya falta poquísimo.
Un abrazo fuerte
Juanjo que bien has sabido reflejar los ejemplos que la naturaleza nos ofrece y que pocas veces sabemos apreciar. Gracias por mostrarme la oportunidad de reflexionar sobre ello. Se agradece tu generosidad y tu mensaje de fuerza y optimismo. Un abrazo.
María Ángeles.
Muchas gracias Mari ángeles.
Tú y yo sabemos perfectamente lo importante que es tener ayuda para poder seguir adelante con fuerza, sin importar realmente lo torcidos que podamos estar.
Un beso