Conversaciones en la sala de espera XI

Hay un grupo especialmente activo en una zona de la sala de espera. Se discuten abiertamente los puntos de vista y en mi opinión es una discusión absolutamente estéril cuando se lleva a cabo entre creyentes y personas racionales.
Un creyente jamás va a dar su brazo a torcer, y personalmente creo que básicamente es la dificultad de asumir que has estado defendiendo, en muchas ocasiones apasionadamente, como siempre que tiene que ver con creencias o preferencias personales, algo absolutamente indefendible.

Una persona racional jamás va a aceptar proposiciones como válidas sin un sólido pedestal de pruebas empíricas, y más en el caso de proposiciones que sean contrarias a todo lo que dicta la lógica de todas las ramas de la ciencia.

Vamos a poner un par de ejemplos que no tengan nada que ver con la salud.

El ejemplo más recurrente para todo esto es el deporte, y concretamente el fútbol.
Un aficionado al fútbol, sin preferencia clara por ningún equipo concreto, sino simplemente por el deporte del fútbol, siempre podrá hablar de forma crítica de lo que está viendo en una retransmisión de un partido con otra persona que sea similar en el modo de ver este deporte. Pudiendo aplaudir las acciones realmente sobresalientes de cada uno de los equipos, viendo realmente lo que sucede en la retransmisión sin sesgos de ningún tipo provocados por creencias o aficiones.

Si nos ponemos en la otra parte, vamos a ver un partido de fútbol al lado de un forofo de uno de los dos equipos.
¿Creéis que será mínimamente posible hacer una crítica al equipo de sus amores sin recibir una airada respuesta por mucha razón que podamos tener?
¿Creéis que en el equipo rival va a ver la perfección de una jugada?
Van a ser todo críticas, y cuando realmente el argumento no se sostenga por ningún lado porque realmente el equipo rival ha hecho una gran jugada, depende lo forofo que sea del primer equipo, apelará a otros argumentos como tópicos de la zona del país del cual procede el equipo rival, o cualquier otra cosa parecida sacada de contexto únicamente para no dar la razón al equipo rival y aplaudir una de sus acciones.

Los que sigáis este blog sabéis perfectamente lo que me gustan los cómics, las historias de fantasía, etcétera.

Otro ejemplo típico utilizando esto.
¿Star Wars o  Star Trek?
Las discusiones entre forofos de ambas sagas estelares son épicas, y tanto en redes sociales como en blogs e incluso libros se habla y justifica la superioridad de una sobre otra, con el consiguiente cabreo y contrarréplica de la parte «ofendida».
Cualquiera que sea ajeno a estas sagas estelares o directamente no le gusten y escuche una acalorada discusión entre fans de cada una de ellas, seguramente pondrá los ojos en blanco y entonará el clásico: «… Frikis» con desden.

Pero si no es un apasionado de estas sagas y tan solo le gusta la ciencia ficción tendrá una visión mucho más objetiva de las películas y las historias en sí.

En el mundo de las pseudociencias tenemos algo tremendamente parecido. La enorme diferencia es que no estamos hablando de algo intrascendente a la postre como es un deporte o una saga de películas.
Estamos hablando de la salud pública. Es algo tan serio como eso.
No podemos dejar que un tema tan serio y trascendental como la salud de una población pueda depender de forofos con una creencia o apetencia por un tipo u otro de «terapia» sin resultados realmente concluyentes y aceptados por la comunidad científica internacional.

En todo esto por supuesto hay niveles. Está el que inventa la «terapia», la promociona y basándose bien en el efecto placebo bien en los sesgos cognitivos que todos tenemos intentará darle credibilidad.
Este puede ser una persona del tipo que realmente crea en lo que está hablando por que no ha sabido discernir bien sus resultados, o no ha sido objetivo o en el ensayo o en la recogida de datos, o bien el que directamente ha pergeñado todo un entramado para engañar a las personas crédulas o desesperadas.

En ambos casos será muy difícil que se retracten de sus conclusiones, porque el primero va a creer fehacientemente en lo que cree que ha descubierto y el segundo evidentemente mira por su negocio.

Luego está el nivel de los acólitos a los que han desarrollado la «terapia». Y sinceramente creo que en estos casos tenemos de ambos tipos. Los que creen en sus beneficios y los que sabiendo que no funciona ven una oportunidad de enriquecerse.

Y luego llegamos al nivel de los ya creyentes o convencidos, ya sea por que comulgan con la idea principal de esa «terapia» ya sea por su procedencia, por su supuesta antigüedad, por su supuesta inocuidad excepto para la enfermedad o problema que trata, y tantas y tantas falacias en las que podemos caer para auto convencernos.
Este último grupo evidentemente es el más numeroso, y es el que hábilmente manejados por los primeros provoca que algo se generalice, o como se dice últimamente, se viralice.

Al final lo que tenemos es una idea, repetida muchas veces, con mayor o menor calado en la sociedad, generalmente rodeada de grandilocuentes palabras, promocionada por personas con un claro carisma y don de gentes, los cuales influyen en la aceptación de esta idea.
Si la «terapia» realmente funcionase, y pasase la criba de un estudio científico serio, con postulados que no violasen abiertamente leyes fundamentales de la física, la química o la biología sin aportar pruebas de que esta violación podría ser verdad, y con unos ensayos clínicos suficientemente relevantes como para poder considerarla terapia con todas sus letras, evidentemente no estaríamos hablando de nada alternativo. Simplemente una terapia más a añadir para luchar contra una enfermedad o enfermedades concretas.

Entonces la ciencia utilizando el clásico método científico, diseñando experimentos contrastados con varios expertos para evitar precisamente posibles sesgos cognitivos, pone a prueba la nueva «terapia» y se obtiene que los resultados tras varios ensayos y análisis no se diferencian en nada del efecto placebo, del que ya hemos hablado en esta sala de espera, y se concluye que esa terapia no tiene validez.

El inventor de la «terapia» tiene dos caminos ante esto. Aceptar los resultados científicos y seguir investigando si el cree que puede tener razón para proponer nuevas pruebas, o lo que por desgracia suele suceder, gritar a los cuatro vientos que la ciencia se niega a aceptar su verdad por miedo a perder su posición de privilegio, aquí empezamos hablar de mentes cerradas, de dogmatismo inamovible, y si ya conseguimos introducir el factor conspiración y grandes corporaciones económicas rodeando todo el tema, tenemos a una víctima del sistema que inmediatamente es arropada por la multitud.
Y por desgracia esto último es lo que más vende y lo que más puede llegar a viralizar una de estas ya pseudoterapia. Una vez estamos aquí es realmente difícil quitar esta creencia de la sociedad precisamente porque se produce una «forofización» respecto a estas pseudoterapias y ya cualquier ataque que pueda recibir es considerado un ataque promovido por esos oscuros intereses que han intentado evitar su penetración en la sociedad, pero que curiosamente nunca consiguen, porque solo hay que ver como está el mercado de las pseudoterapias en todo el mundo.
Si todas ellas funcionasen y tanto la ciencia establecida como las empresas farmacéuticas fueran las encargadas de callar la boca a los que las elaboran realmente demostrarían ser unos absolutos ineptos en este cometido…

Ya con la pseudoterapia instalada en la sociedad, con muchos adeptos convencidos de su bondad porque el desarrollador dice que las multinacionales y el sistema en general están en contra de él y quieren evitar que su sanación llegue al total de la población, y sustentado por un grupo en el que se mezclan creyentes reales y charlatanes sinvergüenzas que van a estar moviendo siempre a su favor todo a su alrededor para no perder cuota de negocio. Como he dicho antes ninguno va a dar su brazo a torcer. Los primeros porque realmente creen que están luchando contra un sistema que no les gusta y los segundos sencillamente no tienen intención de cerrar ese grifo de dinero que les entra prácticamente sin esfuerzo.

Ya tenemos la pseudoterapia instaurada y con público.

Si ahora conseguimos que personas con algún título relacionado con la salud, preferiblemente colegiados en el colegio profesional que corresponda, se unan a ella y la impartan o aconsejen en sus consultas, aparte de en la sociedad, tendremos la pseudoterapia infiltrada en el sistema de salud.

Si las autoridades competentes para ello y las personas que deben velar porque el sistema de salud realmente solo tenga terapias válidas, hacen la vista gorda o miran para otro lado por otros intereses, cómo por desgracia ser practicantes de esa pseudoterapia (con la entrada de dinero fácil que ello conlleva), miembros de un colegio profesional más preocupado por recaudar las cuotas de los asociados que de velar por la veracidad y efectos contrastados de las terapias y técnicas que utilizan sus asociados, gestores públicos que lo ignoran todo de la salud y han sido allí puestos por políticos que atienden antes a muchos otros intereses que a la salud pública, prácticamente tenemos institucionalizada la pseudoterapia.

Al estar en estos lugares en teoría de escrupuloso carácter científico, llegar masivamente a una sociedad mal preparada en conocimientos científicos y con el aval de estas instituciones, la pseudoterapia se generaliza.

Y evidentemente la lucha contra ella es una tarea realmente difícil en la que la elaboración de estudios reales bien desarrollados,  por mucho que arrojen los resultados antes mencionados de no poderse diferenciar del efecto placebo y estos estudios se divulguen, va a estar todo manchado para el gran público con los intereses de las grandes corporaciones y una élite científica qué imaginan pergeñando adueñarse del mundo en oscuros laboratorios…

Personalmente creo que la lucha contra las pseudoterapias debe hacerse exactamente igual que la lucha contra la corrupción política.

Poniendo unas estrictas normas y protocolos que pueda cercenar esto desde su comienzo sin llegar al hacerse tan grande como por desgracia lo tenemos ahora.

Para ello necesitamos personas honestas, bien preparadas y bien retribuidas en los puestos de vigilancia de base.

¿Y qué hacemos con las pseudoterapias ya institucionalizadas?

Desde luego la tarea es titánica.

Con los datos objetivos, públicos y contrastados las veces que haga falta conseguir expulsar estas pseudoterapias de los púlpitos públicos como universidades, diputaciones, salones de ayuntamientos, Universidades Populares, etcétera.

Intentar producir cambios legislativos en los cuales ejercer dichas pseudoterapias, máxime cuando esas pseudoterapias impliquen un peligro real para la salud del enfermo, tanto físico como mental, e  insinúen que es mejor olvidarse del tratamiento de la medicina basada en la evidencia y abrazar esa y otras pseudoterapias, sea tipificado como delito y pueda perseguirse legalmente.

Si expulsamos las pseudoterapias que se haya demostrado fehacientemente que son falsas o directamente perjudiciales física o psíquicamente de todas las plataformas públicas y se puede perseguir legalmente a quien las aplique, estás dejarán de tener la enorme publicidad que tienen actualmente, no tendrán nuevos adeptos, porque las noticias que contengan dicha pseudoterapia serán para desmentirla o comunicar una sanción por dañar la salud pública a alguien que la impartía.

Todo esto por supuesto es mi visión personal, como todo en este blog, y es la idea que yo lanzo en esta sala de espera en la que todo el mundo puede expresar su opinión mientras sea razonada y respetuosa.

Como enfermo de esclerosis múltiple primaria progresiva agresiva, al menos en sus inicios, y blanco permanente del bombardeo de todo tipo de pseudoterapias que prometen mejorarme y curarme apelando a las más peregrinas razones, mostrando estudios altamente cuestionables cuando no directamente falsos en muchos casos, violando todo lo conocido en materia científica sin aportar ni una sola prueba  real de su veracidad, estoy realmente harto de que esto no tenga una repercusión real. Harto de ver como compañeros de esta y otras enfermedades realmente desesperados caen en las redes de estos charlatanes de la salud que les sacan todo el dinero que pueden sin escrúpulo alguno, poniendo en peligro sus vidas incluso.

Los enfermos de incurables no somos moneda de cambio. Somos personas con un problema que hay que atacar con racionalidad, que estamos abiertos absolutamente a probar todo lo que pueda repercutir positivamente en nuestra salud mientras tenga un mínimo de garantía científica.

No quiero terminar esta entrada en la sala de espera con amargura por lo que está sucediendo respecto a todo este tema.

Voy a poner una foto que en su día me hizo mucha gracia y que me parece que es indicativo de lo que hacen los pseudoterapeutas con sus más que cuestionables técnicas.

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¿Qué es esa figura que surca el cielo en el atardecer?

La razón seguramente indica que es un ave volando de derecha a izquierda de la imagen.

Entrando en el mundo de fantasía de las pseudoterapias se propone que es un conejo en una tabla voladora de snowboard con una katana al cinto.

No hay más pruebas que esa fotografía.

Miradla detenidamente y ampliadla incluso.

Ahora un pseudoterapeuta te diría, «basándote en esta prueba que te doy demuestra que me equivoco.»

¿Comprendéis el problema?

¿Quién debe demostrar y aportar pruebas de una aseveracion tan radical y contra toda lógica?

¿Quien ve el ave o quien ve el conejo con katana?

Seguiremos por la sala de espera, aunque ya tengo cita para comenzar la rehabilitación. Como esta será lenta y en el caso de dar frutos tardará en darlos, creo que me quedaré por aquí hasta las fechas navideñas porque hay un par de conversaciones más que me han llamado la atención.

Salud.

2 comentarios en “Conversaciones en la sala de espera XI”

  1. Hola Juanjo
    Este es un tema que he descubierto que es muy controvertido. Soy demasiado racional para todas esas pseudoterapias. Antes, intentaba debatir con sus defensores. Pero al final siempre me acaban tildando de intransigente (lo cierto es que lo soy con todo lo que me huele a estafa) y prefiero esquivar en lo posible esas discusiones que al final sólo me enfadan y frustran.
    Estoy totalmente de acuerdo contigo. No lo pudiste expresar mejor.
    Yo también soy compañera de EM (aunque la mía es RR), y siempre aparece alguien con alguna idea peregrina….

    Por cierto, y cambiando de tema, te acabo de descubrir y me gusta mucho tu blog. Me apetece agradecerte que lo escribas, que plantees estos temas como lo haces, con claridad y respeto.

    Y ya que estamos a principios de año, te deseo un buen 2017.
    Un saludo.

    1. Bienvenida Alejandra.
      Encantado de que te unas al grupo.
      Una de las cosas por las que lo creo fue poder entrar en contacto con gente para compartir y aprender los unos de los otros.
      En todas las entradas de conversaciones en la sala de espera se invita a todo el mundo a expresar su opinión siempre que sea respetuosa, y teniendo como premisa eso siempre se puede ser todo lo contundente que se quiera, pidiendo siempre que se aporten pruebas cuando se defiende algo extraordinario, sobre todo que afecte a los enfermos de esclerosis múltiple, cuando se trata el tema pseudoterapias e incluso terapias que no estén completamente avaladas por pruebas contundentes.
      El resto simplemente espero que expreseis vuestra opinión respecto al tema que se trata o incluso proponiendo temas sobre los cuales debatir.

      Feliz año y un cordial saludo.

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