Aquí estamos, en la imaginaria sala de espera del neurólogo. Mi cita es para el próximo miércoles. Así que hay tiempo para pensar y conversar de lo que sucede en el país.
Una revisión rutinaria, en teoría.
Pero no me pienso ir sin tener más noticias respecto a la bomba de baclofeno.
Ya que estoy allí voy a meterme por donde sea a ver si puedo hablar con quien sea, pero debo irme con algo nuevo.
Ya está bien de lo de siempre, de lo que me dan desde hace año y medio. En este año y medio he empeorado lo suficiente como para pasar de trabajar a estar jubilado con incapacidad absoluta. De moverme con 2 muletas y usar la silla solo para desplazamientos largos a estar todo el día en silla de ruedas. A tener que comprar una scooter eléctrica para poder salir con mi familia sin que tenga a alguien baldado de empujarme, porque mis brazos tampoco aguantan. Y eso que se que soy un privilegiado, porque estas cosas al menos me las puedo permitir. De poder escribir con relativa soltura en el teclado del ordenador a usar una sola mano y un solo dedo porque las manos se me quedan agarrotadas a los 20 segundos de comenzar. De poder apañarme solo en el baño a depender de que alguien deba acompañarme a entrar y salir, y con tiempo suficiente para la compleja operación en que se ha convertido algo tan nimio so pena de dejarlo todo perdido.
No puedo evitar pensar en que si me hubiesen puesto la bomba a tiempo, todo esto quizá no hubiera pasado, o hubiese pasado de un modo menos rápido. Que podría seguir trabajando. Que, aunque fuese solo en casa, pudiese seguir desplazándome con las muletas.
Ahora supongo que ya será tarde para recuperarme lo suficiente. Pero necesito tener un calendario. Una fecha. Algo más que saber de la buena voluntad de los profesionales de la salud que me atienden y que choca indefectiblemente con el muro formado por burócratas, políticos e intereses puramente económicos, sin ápice de humanidad ni comprensión por situaciones como la mía, y cientos más, de cientos de personas con su historia particular a las que no se atiende porque lo importante es cuadrar cuentas y no la gente con problemas.
La sanidad como negocio es una aberración. Recortar en sanidad, educación e investigación es algo que pagarán en el futuro. Mantener estamentos, consejeros que últimamente viene a significar favores a coleguitas o favores pagados a ayudas en la ascensión a una parcelita del poder, sedes innecesariamente ostentosas, embajadas autonómicas, y un larguísimo etc, a costa de alejar tratamientos de los enfermos, precarizar escuelas y enseñanza y obligar a los investigadores a irse lejos para poder realizar su labor, es algo que jamás debemos perdonar. Y no estoy hablando de un signo político en concreto. TODOS son culpables. No se salva nadie. Todas las siglas tradicionales estan manchadas. TODAS. El «…Y tu más en esto…», tan de patio de colegio, que vemos continuamente es lamentable, impresentable, asqueroso. Vemos que todos tienen muchas cosas por las que callar y en lugar de asumir responsabilidades, cortar la parte podrida y limpiar, se dedican a incidir en la parte podrida del de al lado, mientras intentan ocultar sus miserias, para no perder su parte del pastel.
Y estas siglas manchadas, con gente sucia en sus filas, a las que intentan proteger y esconder hasta que tanta suciedad es imposible ya de contener, son los que osan influir, siempre de modo negativo, en cosas tan importantes como la sanidad, la educación y la investigación.
Se puede y se debe sacar el dinero de otros muchos aspectos de la vida, pero jamás del sufrimiento de los demás. Y no solo hablo de mí, por supuesto. Hablo de todo el conjunto de enfermos.
No se cómo terminará este problema. Pero si sigue sin haber consecuencias serias para nadie de los manchados y las siglas que los ocultan y nadie hacemos nada al respecto, se colige que estamos de acuerdo con lo que hacen, de modo que perdemos el derecho a protestar después.
En fin…
Escribeme a mi mail que quiero hablar contigo. OK?
Necesito unos datos tuyos…
Muchas gracias, compañera.